miércoles, noviembre 17, 2010

Rubik 2D




Allá por el año 1995, cuando estudiaba segundo curso de Informática, se me ocurrió programar en mis tiempos libres un pequeño y fácil videojuego en modo de texto que emulara el cubo de Rubik. La idea era diseñar una matriz rectangular o cuadrada de caracteres en varios colores en la que el jugador debía ordenarlos por filas o columnas -si era regular- o sólo en columnas -si era irregular-, de la misma forma con la que se jugaba al cubo de Rubik pero en las dos dimensiones. Con esto se conseguía un efecto más entendible del funcionamiento de la visión espacial y con un enfoque más sencillo que el cubo 3D.
En la configuración inicial del juego era posible elegir el tamaño de la matriz, aunque en la última versión del programa sólo era posible comenzar por el nivel más difícil: 10 filas por 15 columnas y 15 colores. Esto era así debido a que en poco tiempo se podía encontrar el truco para ordenar fácilmente la matriz, y, de alguna manera, convenía complicarlo para que los jugadores profanos pudieran entretenerse durante un largo período de tiempo.

jueves, octubre 28, 2010

Ignominia cultural / Cultural ignominy



Me gusta, de vez en cuando, sobre todo los fines de semana, pasear por las calles del centro de Murcia y observar el ritmo cadencioso de la ciudad que me acoge desde mi infancia. Me detengo momentáneamente a mirar los escaparates de las tiendas. Los comercios son, desde tiempos muy pretéritos, reflejo de la actividad de la sociedad que nos circunda, vendiendo todo tipo de artículos y bienes que son de necesidad o para disfrute de los seres humanos.
Hace unos días, paseando por una de las calles centrales de la ciudad, me llevé la sorpresa de toparme con una tienda, cuyo escaparate estaba atestado de todo tipo de objetos con motivo de la nefasta fiesta de Halloween.

Esta fiesta pagana tiene origen en la festividad celta del Samhain, festividad en la que se celebraba el fin de la temporada de cosechas, antes de las estaciones frías, y era considerada como el “Año nuevo Celta”. Más tarde, con la llegada del cristianismo, pasó a convertirse en la festividad del Día de todos los santos, que en el mundo católico, desde su instauración por el papa Urbano IV, se conmemora el 1 de noviembre.
La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve que significa Víspera de Todos los Santos. Fueron los inmigrantes irlandeses los que transmitieron esta tradición en América del Norte durante el siglo XIX, llegando a producirse progresivamente una gran expansión cultural desorbitada de la fiesta en los países anglosajones.
Las sociedad de la globalización y el concepto de la “Aldea global” acuñado por McLuhan han hecho todo lo demás.
Actualmente, en España, país de tradición cristiana y latina, sin ningún vestigio ni cultura de ornamentación exacerbada hacia la muerte, se ha dejado absurdamente influir por una costumbre que no refleja más que una sociedad desprendida de los valores fundamentales de una vida trascendental y espiritual, arrastrada por la superficialidad de un aparente ritual mezclado con un cóctel explosivo de medios de comunicación, publicidad y cine.
Es por todos sabida, y no podemos por ello ser indiferentes, la gran permeabilidad que existe en España y en Europa hacia la cultura norteamericana. Una cultura portadora de grandes valores científicos y humanísticos, pero también de grandes errores culturales y humanos.
Por tanto, no es que no me gusten las fiestas y sus correspondientes celebraciones, pero me entristece la ignominia en la que ha caído la cultura grecolatina y especialmente la hispánica, a pesar de todos los valores histórico-culturales que hemos aportado al mundo.
Con la llegada de la televisión, el cine e Internet, hemos conseguido un mundo más comunicativo, justo y solidario, pero hemos sumido a la sociedad en un caos esperpéntico de falsas ideas, frivolismo y un total nihilismo. La fiesta de Halloween no deja de ser otro ejemplo: gente disfrazada con prendas esperpénticas, pansexualidad, orgías, rituales macabros. En resumen, una sociedad que disfruta hedonistamente de todo momento de la vida pero muy alejada de valores espirituales y culturales.

Para finalizar, deseo citar una frase que solían comentar mucho los sepultureros cuando la gente les preguntaba si pasaban miedo en el cementerio. A lo que respondían:

“A quienes hay que tener miedo es a los de fuera, no a los de dentro”.

lunes, agosto 02, 2010

Los comienzos del gótico / The beginning of gothic



 Recientemente he adquirido un nuevo libro sobre el arte gótico, de la editorial alemana h.f.ullmann. En las primeras páginas, me he quedado sorprendido ante la historia de este arte tan enigmático que comenzó aproximadamente en el año 1140 en pleno siglo XII.

Uno de sus grandes instigadores fue el abad Suger de St-Denis, una de las personalidades decisivas de la Francia del siglo XII. Procedía de una familia pobre de caballeros de Flandes. Fue amigo de juventud de Luis VI, en tiempo de su conjunta educación conventual en St-Denis, lugar donde nació. Más tarde fue diplomático y consejero al servicio de Luis VII, cuando este último y su esposa tomaron parte en la segunda cruzada.
En 1122 fue nombrado abad de St-Denis, donde llevó a cabo entre otras tareas su viejo sueño de restaurar el convento que se encontraba en perpetuo abandono. En este significante sitio, Suger y su arquitecto se convirtieron en los iniciadores de la nueva configuración de la arquitectura sacra.

Otro gran instigador del arte gótico fue San Bernardo de Claraval, que resultó una pieza clave para la expansión de la Orden del Cister por toda Europa. Era mordaz, polémico y el más poderoso monje del siglo XII, creía en la vida monacal en estricta obediencia y extrema negación de sí mismo. Suger y San Bernardo discrepaban en algunas cuestiones. La polaridad entre ambos puede haber desempeñado un cierto papel en la construcción de St-Denis. Mientras que Suger mostraba inclinación por las imágenes sagradas y ornamentos eclesiásticos de oro y otros materiales preciosos, en especial en las vidrieras, San Bernardo condenaba tales adornos porque pensaba que distraían la concentración devota y la oración de los monjes. La mayoría de conventos en Europa del siglo XII y XIII respondían a esta última estética.


El último gran promotor del gótico fue el filósofo Pedro Abelardo. Este personaje medieval llegó a París con unos veinte años. Abre, dos o tres años más tarde, su propia escuela de filosofía en la misma capital. En 1144 llega a director de la escuela catedralicia de Notre-Dame, habiendo pasado ya los 35 años. Poco después conoce a Eloisa, una alumna suya, con la cual mantuvo un apasionado romance. Tras diversos avatares amorosos, el famoso profesor tiene que refugiarse en el convento de St-Denis, donde es acogido. Eloísa también se refugia en un convento, y es conocida la admirable amistad que ambos amantes mantienen hasta el final de su vida.

En Abelardo se puede encontrar el perfil del nuevo intelectual, como tipo sociológico en el renacimiento urbano del siglo XII. Contribuyó decisivamente a la transformación de París en un centro vital de los debates filosóficos y teológicos. El intelectual medieval encontraba allí numerosas ocasiones de poner a prueba sus armas intelectuales.

Abelardo fue uno de los cimientos de la alta escolástica, mientras que Suger se convirtió en el coiniciador del gótico con el edificio de su nueva abadía. El pensamiento de Abelardo estaba fuertemente anclado en la lógica, de tal forma que puede verse como un instigador de una posible “ilustración” medieval. Era más antropológico que teológico y afirmaba que sólo el conocimiento científico libre de prejuicios podía determinar la fe. Abelardo es, hoy en día, un referente en el debate entre fe y razón, debido a su enfoque progresista.

San Bernardo era un claro detractor de Abelardo y veía en París una moderna Babilonia, con sus abyectos placeres y sus insolencias intelectuales. Bernardo creía firmemente que el hombre podía aprender más en los bosques, donde se encontraban los monasterios, que en los libros y pensaba que piedra y madera enseñaban más que cualquier maestro. Era el polo opuesto de Abelardo; defendía fervientemente la cruzada armada y no la intelectual.
Abelardo basaba su conocimiento en las fuentes de la filosofía clásica helénica y veía en Sócrates y Platón dos buenos cristianos, asunto que le costó ser acusado de pagano por Bernardo. Como consecuencia de esto, Abelardo es condenado por herejía por el Papa, sus libros son quemados, y huye a refugiarse en Cluny. Definitivamente, el abad de Cluny levanta su excomunión y consigue incluso reconciliarlo con San Bernardo.

Mientras San Bernardo y Abelardo debatían en una pugna entre fe y razón, el abad Suger proyectaba una visión más supranatural, puesto que su pretensión era conseguir una arquitectura de la luz que elevara al observador “desde lo material hasta lo inmaterial”.

A modo de resumen, me remito de nuevo a las ideas del abad Suger, verdadero artífice del arte gótico, ya que, según él, la contemplación de la belleza material nos permite elevarnos al conocimiento de Dios.
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