viernes, marzo 14, 2008

Fábula / Fable

 Hace mucho tiempo había un reino de la Alta Edad Media gobernado por un ignorante y ambicioso rey que deseaba conquistar los territorios del reino vecino a costa de mantener una sangrienta guerra de varios años. Era un reino fructífero, moderno y poderoso, pero los habitantes sufrían de las pérdidas de vida de los más jóvenes en la cruel guerra que devastaba las fronteras.
Un día en un sendero que se dirigía al frente, caminaba un monje vagabundo que iba de aldea en aldea predicando. No a mucho de llegar al siguiente pueblo, se topó con un campamento de soldados liderados por un joven capitán.
El monje advirtió que celebraban alguna victoria reciente, pues se escuchaba música y alboroto. Se aproximó para observar más de cerca el festín y contempló el júbilo con que los jóvenes soldados festejaban la victoria. Entró en el campamento y al llegar, una aldeana le ofreció un vaso de vino que aceptó amablemente. Al rato, mientras paseaba por el tumulto se le acercó el capitán y le preguntó:
-¿Qué tal señor monje?¿qué le trae por aquí?.
A lo que el monje replicó:
- Estoy de paso, me dirijo a Villa Don Mendo, a ver a un viejo amigo.
-Me alegro. Sea bienvenido a esta fiesta de la victoria que llevará a nuestro reino a la prosperidad y a la justicia-. Respondió el capitán.
El monje volvió a preguntar.
-¿Por qué escucháis esa música tan monótona y disonante?.
A lo que el capitán respondió.
-Es el canto del famoso juglar "Bilbaraz" el grande, lo cantan en todo el reino, desde los niños hasta los mayores.
El monje, con gesto atónito, contemplando la armadura que le cubría parte del cuerpo menos el rostro, replicó.
-¿No os cansa llevar esa armadura tan pesada?.
El capitán rió irónico.
- No es lo único que pesa en esta guerra, es más, si la llevo es porque el rey y las normas de caballería así lo ordenan.
El monje analizando la necedad del joven, contestó: -El rey ignora la sangre que ha corrido en estos campos de batalla, sólo le preocupa el poder y la gloria-.
El capitán enojado respondió: -Mi señor y muy justo rey es el amado del pueblo, brillante y sincero en sus juicios. No creo que debáis hablar así de él, de lo contrario os ejecutaré-.
-Os veo muy inexperto e impulsivo para dirigir estos ejércitos. ¿Habéis estudiado estrategia?.- Preguntó el monje.
-¿Cómo osáis hacerme esa pregunta?¿os reís de mí vagabundo patán?, pues claro y si lo queréis probar os reto a una partida de ajedrez del que soy campeón del reino.- Dijo el capitán muy airado.
- Acepto el reto, pero si gano no enrolaréis a más jóvenes en Villa Don Mendo-. Respondió el monje que también era un estudioso del ajedrez.
Herido el orgullo del capitán con sus palabras caviló un momento y le propuso una cruel trampa.
- De acuerdo, pero como me habéis caído mal, es vuestra vida la que está en juego. Si perdéis os condenaré por injurias al rey y si me ganáis, que lo temo, os perdonaré la vida.-
El monje dubitativo, lo pensó de nuevo y volvió a aceptar el reto valientemente.
-Acepto-, dijo.
La partida de ajedrez comenzó. Abrió el monje, pero al cabo del rato el capitán iba imponiéndose poco a poco, sin perder piezas, mientras el monje perdía una tras otra. El capitán estaba acosando al monje al que sólo le quedaban tres piezas sobre la mesa: el rey, la reina y un caballo. La partida llegó a un momento de estancamiento, tiempo necesario para que el monje se diera cuenta de la estrategia que seguía el capitán, estrategia que le había hecho ser famoso en el juego. -¡No había caído antes!,¡es trivial!-, pensó el monje. Y contrarrestando la estrategia del capitán comenzó a ganar la partida, acabando con todas las piezas de su adversario que eran la mayoría, hasta que dio jaque al rey.
La partida finalizó y el monje vagabundo pudo volver a su camino con su vida a salvo, mientras pensaba en la estrategia simple pero traicionera del capitán, que se asemejaba al estilo de vida de los habitantes del reino, dejados arrastrar por las tendencias y las modas procedentes tanto de la alta jerarquía como de la masa, sin lugar a las ideas individuales.
Todos los derechos reservados. Copyright © Carlos Jiménez de Parga 2006 - 2015 Carlos Jiménez Parga - Registrado en la Propiedad Intelectual de Murcia - Reg nº 910/09