jueves, octubre 28, 2010

Ignominia cultural / Cultural ignominy



Me gusta, de vez en cuando, sobre todo los fines de semana, pasear por las calles del centro de Murcia y observar el ritmo cadencioso de la ciudad que me acoge desde mi infancia. Me detengo momentáneamente a mirar los escaparates de las tiendas. Los comercios son, desde tiempos muy pretéritos, reflejo de la actividad de la sociedad que nos circunda, vendiendo todo tipo de artículos y bienes que son de necesidad o para disfrute de los seres humanos.
Hace unos días, paseando por una de las calles centrales de la ciudad, me llevé la sorpresa de toparme con una tienda, cuyo escaparate estaba atestado de todo tipo de objetos con motivo de la nefasta fiesta de Halloween.

Esta fiesta pagana tiene origen en la festividad celta del Samhain, festividad en la que se celebraba el fin de la temporada de cosechas, antes de las estaciones frías, y era considerada como el “Año nuevo Celta”. Más tarde, con la llegada del cristianismo, pasó a convertirse en la festividad del Día de todos los santos, que en el mundo católico, desde su instauración por el papa Urbano IV, se conmemora el 1 de noviembre.
La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve que significa Víspera de Todos los Santos. Fueron los inmigrantes irlandeses los que transmitieron esta tradición en América del Norte durante el siglo XIX, llegando a producirse progresivamente una gran expansión cultural desorbitada de la fiesta en los países anglosajones.
Las sociedad de la globalización y el concepto de la “Aldea global” acuñado por McLuhan han hecho todo lo demás.
Actualmente, en España, país de tradición cristiana y latina, sin ningún vestigio ni cultura de ornamentación exacerbada hacia la muerte, se ha dejado absurdamente influir por una costumbre que no refleja más que una sociedad desprendida de los valores fundamentales de una vida trascendental y espiritual, arrastrada por la superficialidad de un aparente ritual mezclado con un cóctel explosivo de medios de comunicación, publicidad y cine.
Es por todos sabida, y no podemos por ello ser indiferentes, la gran permeabilidad que existe en España y en Europa hacia la cultura norteamericana. Una cultura portadora de grandes valores científicos y humanísticos, pero también de grandes errores culturales y humanos.
Por tanto, no es que no me gusten las fiestas y sus correspondientes celebraciones, pero me entristece la ignominia en la que ha caído la cultura grecolatina y especialmente la hispánica, a pesar de todos los valores histórico-culturales que hemos aportado al mundo.
Con la llegada de la televisión, el cine e Internet, hemos conseguido un mundo más comunicativo, justo y solidario, pero hemos sumido a la sociedad en un caos esperpéntico de falsas ideas, frivolismo y un total nihilismo. La fiesta de Halloween no deja de ser otro ejemplo: gente disfrazada con prendas esperpénticas, pansexualidad, orgías, rituales macabros. En resumen, una sociedad que disfruta hedonistamente de todo momento de la vida pero muy alejada de valores espirituales y culturales.

Para finalizar, deseo citar una frase que solían comentar mucho los sepultureros cuando la gente les preguntaba si pasaban miedo en el cementerio. A lo que respondían:

“A quienes hay que tener miedo es a los de fuera, no a los de dentro”.
Todos los derechos reservados. Copyright © Carlos Jiménez de Parga 2006 - 2015 Carlos Jiménez Parga - Registrado en la Propiedad Intelectual de Murcia - Reg nº 910/09